Contaba la fecha del siete de octubre, apenas un día después de lo acontecido, cuando Nassim Taled ya estaba enterado de la noticia ocurrida en un país que no conocía ni siquiera por clases de geografía. Se trataba de las elecciones primarias que habían transcurrido en la República Dominicana, un país pequeño en tamaño por kilómetro cuadrado, que el día seis de octubre, el partido de gobierno elegía a su candidato presidencial y al que todas las encuestas daban por ganador a uno de ellos, con una cómoda ventaja.
Taled, el autor de El cisne negro, conocedor, más que Décimo Junio Juvenal, de lo imposible, al leer en la internet sobre el fenómeno de las elecciones primarias de dominicana, le pareció haber encontrado un caso de actualidad -de los que buscaba-, para una nueva edición ampliada de su célebre obra. Cuando se disponía a revisar las estadísticas de votación, suministrada por el organismo electoral del país caribeño, aumento su entusiasmo, al apreciar que faltando menos de un 10.0 % de los votos, el candidato que estaba en segundo lugar, pudo “romper” la tendencia que favorecía al candidato puntero.
El “hecho estadístico de las elecciones primarias dominicana”, -único en su tipo-, pasaría según Taled, a aquellos casos no predecibles; sin embargo, su colaborador, le indica que su alegría pasaría, al encontrar una encuesta que había pronosticado el triunfo con escaso margen del que “ganó” las primarias del PLD. Entonces, Nassim, desechó el caso. Hasta ahí el asesinato era perfecto, los perpetradores del crimen lograron convencer a parte de la opinión pública nacional que no hubo fraude y que la prueba era la encuesta que fue publicada una semana antes de las votaciones.
Pese a las denuncias de anomalías con el voto automatizado y a las peticiones que le hicieron a la JCE, para que dispusiera de una auditoria forense y protegiera la custodia de los equipos de cómputos, el organismo electoral proclamó al ganador de las primarias. Por el momento, parecía que Leonel Fernández, candidato “perdedor”, no tenía razón, dándole mayor aquiescencia a la JCE, la actitud del PRM, de no sumarse a las denuncias de fraude, por entender que le beneficiaria y no se miró en ese espejo.
Par de semanas después de las elecciones primarias dominicanas, en Bolivia, se llevaron a cabo las votaciones para elegir a un nuevo presidente. El Tribunal Electoral, en la noche del conteo y habiéndose computado algo más del 83.0% del sufragio, en donde se indicaba que no había un ganador en primera vuelta, interrumpieron el cálculo computarizado y no fue sino hasta al día siguiente que declararon al ganador en primera vuelta, con el 95.0 % de los votos computados. Los reclamos no se hicieron esperar y la noticia corrió por el mundo.
El suceso de las elecciones en Bolivia, también le llegó a Taleb, quien es enfermo leyendo los casos no esperados, tanto por la internet, como por medios físicos y, de inmediato se dio cuenta del parecido con el caso dominicano –el que ya había desestimado para su estudio- llegando a una primera conclusión: Los casos dominicano y boliviano son elegibles como improbables.
Efectivamente, el impacto de lo improbable, a causa de la manipulación del voto automatizado, ocurrió en dominicana con el partido de gobierno, dándole ventaja al menos probable para quedarse con la candidatura presidencial, e hizo, que el presidente del partido renunciara semanas después y, en el caso boliviano, aconteció lo propio con el presidente del país, quien renunció y se marchó hacia otra nación.
Los autores del crimen electoral dominicano, animados por el “éxito” alcanzado con el fraude del voto automatizado, e incluso contento porque el algoritmo, código fuente, código QR y la cadena de custodia, principales argumentos de quien fue víctima del montaje de las primarias, al apreciar que el contrincante aparentemente había quedado desautorizado por una firma “encargada” de evaluar el sistema de cómputos automatizado y además, por el propio presidente de la JCE, que había dicho que no hubo “método del ritmo ni tampoco logaritmo” -una forma burlona de descalificar al denunciante-, decidieron repetir el fraude para las elecciones municipales de febrero.
Pero a los ideólogos de la adulteración electoral se les olvidó o no conocían la tesis de Taled sobre el impacto de lo improbable o no entendieron que no hay crimen perfecto, especialmente si es en serie, como pretendía serlo el de las elecciones municipales, que se constituyó en el segundo, en la cadena y como un tercero, para las elecciones presidenciales. A ellos le aconteció lo imprevisto: La JCE suspendió las elecciones, por la gran cantidad de anomalías el día de la votación y poco tiempo después, la población indignada, se lanzó a las calles a protestar y los que no pudieron, hicieron sonar las ollas desde sus casas, al ritmo de, e pa’ fuera que van.
Lo improbable para el PRM también le aconteció, por no anticipar que le podía ocurrir lo que le hicieron a Leonel Fernandez, solo por apostar a la división del PLD. La codicia del PRM lo hizo tropezar con una piedra evitable y ahora ha tragado un sorbo amargo, al ser víctima también de un intento de fraude, con la desventaja que ahora tiene un costo para toda la sociedad. Entonces Leonel tenía la razón.
Como en este relato imaginario, cuenta el calendario que estamos a quince de marzo, fecha de la celebración de las suspendidas elecciones municipales, la población con el primer boletín comenzó a cantar: Se fue, se fue…, el PLD se fue. Y tiempo después, el treinta de junio, día de las elecciones presidenciales y congresuales, también, con los datos del primer boletín de la JCE, el pueblo, a un solo pulmón vociferaba con más fuerza: Se fue, se fue…, el PLD se fue.
Al día siguiente, que contaba el primero de julio, con el sabor de la derrota, la dirigencia del PLD, amargada, se dice el uno al otro, lo sabía, pero no quería decirlo, fue un error hacerle un fraude al presidente del partido. Mientras, en todo el país, pero no alrededor de los locales del partido que era de gobierno, sino desde sus casas, chateaban los cuadros intermedios del viejo partido y decían: Eso nos pasó por no enfrentar el fraude, por suerte el que ganó sabe que las bases son del tipo de aguacate morado por fuera y verde por dentro y que ellos votaron por él.