El tema que aborda esta opinión no es sobre los agujeros negros, solo trata de tomarle prestado el concepto de “espaguetización” a los físicos que abordan el fenómeno del hoyo negro y sobre el que afirman es un área del espacio, cerrado por una envoltura que la denominan sucesos y donde la fuerza gravitacional es tan poderosa que ni un rayo de luz que viaja a 300 mil kilómetros por segundo ni ningún objeto pueden escapar a su destrucción o absorción.
Desde que un objeto entra en contacto con un agujero negro, se produce el fenómeno de la “espaguetización”, y acontece cuando recibe la fuerza gravitacional del referido agujero, produciendo una fuerte atracción que le hace perder la forma, le ocasiona un estiramiento hasta asumir la forma de un espagueti, previo a desintegrarse.
Trasladar el referido concepto a lo que han sido los resultados económicos dominicano en la época del COVID-19, es el objetivo de esta opinión. La enfermedad por el tipo de coronavirus que ha generado la presente crisis sanitaria es severa y, todo el que entra en contacto, como es el caso de la actividad económica, termina siendo su víctima -similar al fenómeno del agujero negro cuando algo hace contacto con el-.
En los tiempos de alto flujo migratorio se hace difícil a un país no padecer en algún grado del efecto contagio del COVID-19, por eso los cinco continentes y sus poblaciones la están padeciendo en forma simultánea y letal, afectando de manera creciente a una cantidad de contagiados que sobrepasan los 105,504,268 personas y fallecidos a 2,301,630 en todo el mundo.
La pandemia por COVID-19 declarada por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020, obligó a muchos gobiernos a disponer el estado de emergencia y el toque de queda, abriéndole espacio a la instauración de una nueva normalidad que incluyó el cierre de la economía en distintos niveles y provocó una contracción en la economía mundial del orden de un -3.5 % en 2020, de conformidad al Fondo Monetario Internacional.
Dominicana no pudo escapar a la realidad impuesta por la pandemia y declaró el estado de emergencia el 17 de marzo de 2020, generando un impacto inmediato en la caída de la economía, que en ese mes se situó en -9.4 % y cerró el año con un -6.7 %, -poniéndola flaca-, al perder unos US$ 10,217 millones respecto al 2019 y en términos de tiempo, alrededor de 3 años y constituyendo el revés más pronunciado que ha tenido el país, en al menos el último medio siglo.
El resultado del PIB dominicano de 2020, es la primera expresión de la “espaguetización” en la economía, al adelgazar en perdida de tamaño parte de su valor en los tres sectores que la componen: el primario, secundario y terciario. El primario (agropecuaria), disminuyó su tasa de crecimiento y se ubicó en un 3.8 %, el secundario (industria), con una pérdida de un -10.3 % y terciario (servicios), en un -7.1 %, todos en el lapso de enero/septiembre.
En particular y como muestra, la “espaguetización” de la economía es visible a simple vista en el sector turismo, mismo que solo recibió a 1,699,194 extranjeros, de los cuales, un 56.6 % llegó al país en los primeros dos meses de 2020, correspondiente a la era pre COVID-19. En 2019 como turistas ingresaron al territorio nacional 5,357,619 extranjeros, para un adelgazamiento de 3,658,425 en el número de visitantes al país.
La contraparte de la “espaguetización” de la economía se puede apreciar también por el lado social, al provocar la pandemia y su manejo poco eficaz, un impacto severo y negativo sobre el avance experimentado en el combate a la pobreza en los últimos 12 años, al aumentar la pobreza monetaria general a junio del año pasado en un 6.0 % y la extrema en un 2.0 %, así como, una pérdida de empleos en el sector formal a diciembre de 222,256 trabajadores.
Pero la fuerza gravitacional que ha ejercido la epidemia sobre la economía no se limita al PIB y sus indicadores sociales, sino también, al deterioro del stock de la deuda del sector público no financiero en 2020, al elevarse a US$ 44,519 millones, para un 56.6 % del PIB, con el agravante de que la posición de la inversión internacional neta es de naturaleza deudora para el país, en el orden de US$ -56,628 millones al tercer trimestre de 2020, equivalente al 72.0 % del PIB.
Continuando con la “espaguetización”, encontramos al movimiento de los precios al consumidor, con una tasa de inflación de un 5.5 % en 2020, la más alta desde que hay meta de inflación en 2012. Al considerar la inflación de los pobres, asociada más a la del quintil 1 (6.8 %) y 2 (6.5 %) y, además, la del renglón de alimentos y bebidas no alcohólicas de la canasta básica, que tiene la ponderación más alta (23.84 %), la inflación en ese renglón se situó en 8.36 %, siendo esa métrica un valor más próximo a lo que el imaginario social entiende como la verdadera inflación.
Por el lado del precio de la divisa del dólar, la depreciación del peso dominicana se colocó en un 10.01 % en 2020, haciendo que el peso de la moneda nacional disminuyera, adelgazando su valor, como consecuencia de la incidencia del centro gravitacional del COVID-19 que lo hizo “espaguetizar” frente a la moneda estadounidense.
El resultado de la inflación, alimentado por las causales del aumento de la masa monetaria, caída de la oferta y la depreciación del tipo de cambio, originaron a su vez una pérdida de valor de los salarios e ingresos monetarios de los trabajadores –“espaguetizándolo”- en RD$ 591.00 al mes, asumiendo el nivel inferior del salario mínimo establecido legalmente, que asciende a RD$ 10,729.00.
En la misma línea, la pérdida de ingreso promedio per cápita fue otra de las variables que sufrió de “espaguetización”, al disminuir de RD$ 12,199 a junio de 2019 a RD$ 10,569 a junio de 2020, ambos nominales, equivalente a una pérdida efectiva de RD$ 1,630, conforme lo revela un estudio del Ministerio de Economía y Planificación.
La vía más expedita que tiene el país para salir en el menor tiempo posible del agujero negro en que se encuentra y que ha provocado la “espaguetización” de su economía, es manteniendo una política fiscal y monetaria expansiva, focalizada en los sectores productivos que generen empleo permanente, garanticen abasto de alimentos y fortalezcan la capacidad de la infraestructura local, suponiendo, naturalmente, que se logre controlar la epidemia, basada en un plan de vacunación exitoso.
Asumir la posición vanidosa de bajar el déficit fiscal en tiempos de recesión y destinar la mayor parte de la deuda a gasto corriente, podría contribuir a la destrucción de la economía nacional, especialmente por lo espigada que está su forma de espagueti.