Los economistas hablamos de expectativas, proyecciones, perspectivas, estimaciones, previsiones, pronósticos, para referirnos a la posibilidad de alcanzar algo en forma razonable en un determinado tiempo; de manera que no utilizamos la palabra esperanza para exponer las próximas metas económicas, porque no se trata de estado ánimo, a no ser que nos auxiliemos de la estadística, en donde sí esa palabra forma parte de su vocabulario técnico.
Las expectativas macroeconómicas a las que se refiere este artículo, son aquellas contenidas en el presupuesto de la nación, herramienta financiera para conducir la política fiscal del gobierno durante un año, el 2017, como son el desempeño económico esperado, medido por el PIB, la tasa de inflación, el tipo de cambio, los precios del barril de petróleo y del oro.
Cada una de las referidas variables económicas en el presupuesto de la nación son consideradas con posibilidad de ser influenciadas por el entorno internacional, particularmente en los casos de Estados Unidos, por ser nuestro principal socio comercial y Europa como continente, con el que se mantiene un fuerte vínculo. Para 2017 el presupuesto ha considerado un crecimiento económico mundial del orden de 3.4%, para Estados Unidos 2.5% y para la zona del Euro de 1.6%.
Por el lado dominicano, las previsiones económicas contempladas en la Ley de presupuesto de 2017, indican que el PIB crecerá en 5.5%, la inflación presenta una meta de 4.0%, el tipo de cambio se situaría a diciembre de ese año en RD$49.09, y el precio promedio (canasta FMI y WTI) del barril de petróleo en US$49.5, el oro en US$1,350 la onza y la inflación en los Estados Unidos en 2.3%.
Como el presupuesto dominicano de 2017 cuando se elaboró aún no había transcurrido la elección presidencial en los Estados Unidos, esa variable de orden político no fue considerada y menos el tipo de política económica que se avecina con el triunfo inesperado para muchos; pero a la vista, del Sr. Donald Trump, ahora presidente electo, que lo llevará el 20 de enero del próximo año a ser el presidente número 45 de ese país.
Con la nueva era económica que se iniciará, impulsada por una política económica de corte ecléctico, basada en proteccionismo, liberalismo y keynesianismo, por parte de la economía más influyente en el mundo, y expresada en anuncios de política fiscal expansiva por el lado de la inversión pública, restrictiva por el lado arancelario y liberal por el lado de la regulación financiera, hacen esperar cambios en los indicadores económicos previstos, tanto en el plano internacional, como en el nacional.
De hecho, el solo anuncio del triunfo de Trump hizo aumentar la cotización del dólar en los mercados de divisas internacionales, al tiempo también que hizo caer el precio de los comodities de origen minero y agrícola en los mercados de futuros, a esa noticia se le adiciona el anuncio oficial por parte de la reserva federal de ajustar hacia el alza su tasa de interés, la cual ha reforzado la apreciación del dólar estadounidense y también previsiblemente tendrá consecuencias hacia arriba en el costo de las tasas de interés de los instrumentos de renta fija de las economías emergentes.
Los posibles incrementos en el precio del barril de petróleo en los mercados internacionales, con el anuncio de la reducción de la producción diaria por parte de los países miembros de la OPEP y de otros productores, la apreciación del dólar norteamericano; así como el ajuste de la tasa de interés federal, harían incrementar la inflación mundial como fenómeno de reflación.
Si a lo anterior se le agrega, especialmente para la zona del Euro, el caso del Brexit, con pronósticos adversos para esa región, entonces las perspectivas económicas mundiales apuntan más hacia una contracción o ralentización del crecimiento económico, que a una expansión.
Este nuevo escenario ha creado fuertes corrientes de pronósticos acerca del desempeño esperado en la economía mundial, la mayoría pesimista para los países emergentes, tanto así que algunos ni se atreven hacerlos, a la espera de señales más claras.
De manera que no basado en el deseo o ánimo de alcanzar las metas del presupuesto nacional, como expresión de esperanza; sino en expectativas, fundamentadas en los primeros resultados económicos en los mercados internacionales, deben hacernos reconstruir otro escenario de proyecciones para la economía dominicana de cara a 2017, pues al final, es mejor hacer función pública en un escenario externo previsiblemente adverso, que hacerlo en uno optimista, en donde el deseo supere la posible realidad, y no nos pase como el fenómeno del flamenco rosado, que estando a la vista algo, lo ignoramos, o el otro extremo, no atender lo improbable, por no identificarlo como posibilidad, representado en el cisne negro.
Magnífico artículo, que ha de considerar los puntos expuestos de cara a tomar las previsiones idóneas, en el horizonte de los cambios o frentes abiertos…
Saludos amigo!
Gracias Juan por tu comentario y lectura