Como ocurre con todos los temas, el tratamiento de la bancarización, o su par, la inclusión financiera, también ha evolucionado, conforme se presentan nuevas realidades, retos, y estrategias de desarrollo. Hasta hace poco tiempo cuando el tema era abordado casi en forma exclusiva, respecto al papel que ejercía el crecimiento económico sobre la inclusión, muchos fueron los trabajos que se publicaron dando cuenta de la estrecha relación entre ambas variables.
Más recientemente el tratamiento de la bancarización ha evolucionado en la dirección de relacionarla con el nivel de pobreza del país estudiado. Resultando que mientras el vínculo entre crecimiento económico y bancarización empíricamente es bien estrecho, con la pobreza es más débil, al menos para el caso dominicano; por lo que en términos de formulación de la hipótesis, en cuanto a su comprobación o negación no sería nada despreciable.
Como fue a partir del 2010 que el organismo supervisor bancario dominicano comenzó a sistematizar y publicar la data que permita medir la inclusión financiera, esta condición delimita en términos temporales su análisis vinculante, especialmente si la ponderación se realiza con aspiraciones econométricas, con el crecimiento económico y la pobreza; aunque esto no significa que se pueda realizar más allá del año referido.
En cualquier país la bancarización puede ser medida por su profundidad, cobertura, e intensidad. Para el caso dominicano en el 2010, la profundidad cuantificada por el porcentaje de la cartera de crédito y las captaciones respecto al PIB estaba en 24.0% y 34.5%, respectivamente; y para junio del 2013 en 27.8% y 38.8%, también respectivamente. En cuanto a la cobertura, para el 2010 era de 14 mil habitantes por sucursal, en el 2013 es de alrededor de 8,833; y respecto a la intensidad, los préstamos per cápita ascendían a RD$44,317 y RD$50,047 para los mismos años considerados.
Adicionalmente si se incorpora el indicador de los activos totales del sistema financiero como porcentaje del PIB, se encuentra que ha pasado de 40.8% en el 2010 a 44.1-% en el 2013, para un incremento aritmética de 3.3%, demostrando con ello el crecimiento del sector dentro del conjunto de la economía. Por el lado del crecimiento económico, la economía dominicana ha mostrado un incremento de su PIB real en forma permanente desde el 2010 hasta el 2013, aunque no en la misma magnitud, al registrar un 7.8% en el 2010, un 4.5% en el 2011, un 3.9% en el 2012 y un estimado de 3.0% para el 2013.
Como puede apreciarse las variables de la bancarización, medida por varios indicadores, y el crecimiento económico se han movido en la misma dirección de aumento en República Dominicana.
Respecto a la pobreza, aunque no se tiene un consenso relativo a la medición de los niveles de pobreza, para este caso se ha asumido el calculado por la Cepal, el cual muestra que el índice de pobreza ha aumentado en dominicana de 41.1% en el 2010 a 42.2% en el 2012, para una variación negativa de 1.1%; en contraposición con la inclusión financiera, que ha evolucionado positivamente, tanto por su profundidad, cobertura e intensidad; e incluso por la participación de la banca en la economía.
En otras latitudes, la bancarización guarda una mayor relación positiva entre el crecimiento económico por un lado y la reducción de la pobreza por otro lado, esto podría estar sugiriendo que en el caso dominicano habría espacio para profundizar la relación positiva que debe existir entre la disminución de la pobreza y bancarización como expresión del desarrollo, tal y como también debe producirse entre el Producto Bruto Interno y la Felicidad Interna Bruta, relación avanzada en el lejano pequeño país de oriente, Bután.