Plan de Vacunación contra el COVID-19 y a favor de la economía

La vacuna y su inoculación, es un medicamento, seguro y eficaz para contener la expansión y permanencia de pandemias, como la del coronavirus y salvar vidas, hoy y siempre. Su importancia es crucial para el control del COVID-19 y también para no descuidar otros programas de vacunación, al tiempo que contribuye a que la actividad económica vuelva a la normalidad con las externalidades que crea.

Inocular contra el COVID-19 permitirá adiestrar y preparar la defensa del sistema inmunitario de la población, a fin de que lo reconozca y combata, reduciendo la infección y mitigando la transmisión. Mientras más personas se vacunen, la probabilidad de los que no puedan hacerlo por precondiciones, la exposición al contagio se reduce, al disminuir la circulación del virus y logrando inmunidad colectiva.

Por la dimensión de la pandemia y sus impactos negativos sobre otras áreas que no pertenecen a la salud pública, la elaboración de un Plan de Vacunación resulta clave hoy más que nunca, por esa razón, la información oficial indicando de que tienen listo el Plan, sin haberlo socializado con actores en capacidad de aportar, podría restarle calidad.

El hecho de que el COVID-19 tenga impacto negativo sobre la salud, la economía, lo social y la recreación, implica que la cohesión social que ha prevalecido en tiempos de normalidad, con algunas señales de ruptura durante la epidemia, puede potenciarse por su carácter no inclusivo del Plan de Vacunación para los más de 10 millones de dominicanos.  

El país que lidera el proceso de vacunación en el mundo es Israel, con alrededor de 30.0 % de su población total que supera los 9 millones y la inició el 20 de diciembre, logrando reducir un 60.0 % los contagios. La hazaña, ha podido alcanzarse, porque dispone de un sistema sanitario centralizado y una ley de salud que obliga a los ciudadanos a tener un seguro de salud durante toda la vida.

La población de Israel, incluyendo a los inmigrantes, tiene un registro de datos médicos, basado en esa información, sus autoridades llegaron a un acuerdo con la empresa Pfizer, que le permitió acceder en tiempo y cantidad récord a las vacunas, teniendo Israel la obligación de compartir informaciones médicas de sus habitantes con la farmacéutica, lo que concede ser el primer caso de estudio en el mundo para la empresa y el referido país.

Sin contar con las ventajas competitivas y comparativas de Israel, la República Dominicana podría tener éxito en la elaboración, ejecución y evaluación de un plan de vacunación, siempre y cuando se garantice que sea inclusivo -el Plan de Inoculación no debe ser exclusivo del gobierno- y, además, debe ser una política pública que sobrepase la coyuntura.  

Los objetivos fundamentales del Plan de Vacunación, serían el de eliminar la epidemia del COVID-19 en el territorio nacional, mitigar su morbilidad y letalidad en el corto plazo, así como, reducir su impacto negativo sobre la paralización parcial de la economía y su incidencia en la propagación de la pobreza.

El marco legal es importante para el Plan de Vacunación y el primer soporte lo encontramos en el Art. 61, Sección II de la Constitución, sobre los Derechos de los Ciudadanos, que establece que debe ser integral, además, de que el Estado vele por la protección de la salud de todas las personas; así como procurar los medios para la prevención y tratamiento de las enfermedades.

La Resolución 62-20 del Congreso Nacional es otro soporte legal, mismo que permitió declarar el Estado de Emergencia y autorizar adoptar las medidas necesarias para garantizar que los centros hospitalarios se mantengan provistos de los medios para la prevención y tratamiento contra el COVID-19.

También en la Ley General de Salud 42-01 que instituye al hoy Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, como el organismo rector del Sistema Nacional de Salud para formular las políticas y un plan nacional de salud.

En lo referente a la gestión de disponibilidad de la vacuna, el gobierno anunció un acuerdo con las empresas farmacéuticas AstraZeneca y Pfizer /BioNTech para la compra de 17.9 millones de dosis. Las vacunas tienen un nivel de efectividad de un 70.4 % y 95.0 %, respectivamente y, requieren de una temperatura para su conservación de entre un 2°C y 8°C, para la primera y de -70°C la segunda.

Dado que serán dos tipos de vacunas con efectividad y temperatura distintas para su traslado y almacenamiento, el Plan debe considerar el nivel de preferencia/resistencia que pueda mostrar la población.  

Recomendable sería que el Plan contemple la coordinación con la Organización Mundial de la Salud y las autoridades de Haití, quien le donará las vacunas, para que la inoculación en el vecino país se inicie próximo a la fecha prevista en la República Dominicana.

Definir la población objetivo y con quiénes comenzar, es clave para la elaboración del Plan de Vacunación. Los médicos, el personal sanitario en general, policías, militares, personas de más de 65 años, las que tienen precondiciones, profesores, trabajadores del transporte público, deportistas de alto rendimiento, líderes de iglesias y la población que se encuentra en pobreza extrema.

El Plan de Vacunación, al ser extraordinario y no un programa habitual de inoculación, requiere de la rectoría, conducción, coordinación, planificación, logística, distribución, recursos humanos y financieros, capacitación, registro y sistema de información, vigilancia, comunicación y alianzas estratégicas.

Respecto al componente de la conducción y planificación, el Gabinete de Salud, coordinado por la Vicepresidencia de la República, sería la responsable de producir la sinergia entre los actores públicos, privados, iglesias, organizaciones sin fines de lucro y comunitarias, así como también, con los líderes de opinión pública, a fin de garantizar su éxito.

En lo relativo a la logística y distribución, el Plan de Vacunación contra el COVID-19, debe contener la identificación de la presentación de la vacuna, los lugares de almacenamiento, tipo de transporte adecuado y la obligación de la cadena de frio en sus diferentes movimientos y estadía.

El personal que labore en la inoculación tiene que estar debidamente capacitado e identificado con carnet, diseñado para los fines de la ejecución del Plan y, además, proveer de la información necesaria a todas las personas en disposición de vacunarse, para evitar tropiezos innecesarios.

Mínimamente, el registro y sistema de información de la vacunación debe contener el tipo de vacuna aplicada, las dosis descartadas, el código correspondiente al lote y las fechas de la inoculación de la primera dosis y la programada para la segunda dosis.

Como parte del apoyo clave que deberá contar el Plan de Vacunación, la coordinación del Plan debe elaborar el presupuesto de gastos que demandará su ejecución y las fuentes de ingresos que lo soportaran, como forma de garantizar la disponibilidad sostenida de los recursos financieros en el tiempo estipulado. 

La vigilancia de la seguridad de la inoculación debe contener al menos un sistema de notificaciones de cualquier reacción, el procedimiento para informarlo al proveedor de la vacuna y a la Organización Mundial de la Salud, cuando el caso lo amerite.

En el Plan de Vacunación no puede quedarse una campaña comunicacional que incluya a todos los medios, para favorecer la aceptación y confianza ciudadana sobre la vacuna contra el COVID-19 y neutralizar a los que promueven la antivacunas. El mensaje debe ser preciso, claro y único en todas las etapas del Plan.

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