El 16 de septiembre de 2020, el Ministerio de Hacienda comunicó con algarabía la colocación de US$ 3,800 millones en bonos en el mercado internacional de capital, un monto sin precedentes, no solo en el país sino también para la región. Se colocaron a una tasa de un 4.87 % y 6.25 % y hubo una demanda de US$ 9,600 millones. Más recientemente, el 14 de enero de 2021, el gobierno anunció con entusiasmo, una nueva colocación de bonos por US$ 2,500 millones a tasas de un 3.87 % y 5.30 %, y una demanda de US$ 10,000 millones.
Las dos últimas colocaciones de bonos soberanos del país se han anunciado como hechos históricos, pese a que fueron estructuradas y emitidas por administraciones gubernamentales con puntos de vistas distintos en el manejo de la deuda, al menos hasta antes de la nueva administración comenzar a dirigir los destinos de la nación.
Aunque los factores de mayor demanda de bonos y menor tasa de interés son ciertos, la noticia no considera el contexto imperante cuando acudieron al mercado internacional de capital. Tal es el caso de la actual coyuntura, en la que los Estados Unidos realizó una inyección monetaria, que hizo pasar su oferta monetaria de 15.3 mil millones al inicio de 2020 a US$ 19.8 mil millones en diciembre, para un incremento de un 25.0 %, al tiempo que la tasa de interés del Tesoro fue ubicada entre un 0.0 % y 0.25 % anual.
Los dos datos referidos, hicieron que la liquidez internacional aumente y por lo tanto la capacidad de una mayor interacción entre la demanda y oferta de títulos de deuda, correspondiente a los gobiernos, permitiendo una mayor colocación de bonos soberanos y colateralmente la baja en la tasa de interés del Tesoro de los Estados Unidos, indujo a una caída del resto de las tasas, favoreciendo una reducción en el spread de los títulos de deuda de los países emisores.
El tema de la tasa de interés en la colocación de las últimas emisiones de bonos soberanos, aunque ciertamente muestran una reducción, no contextualiza que, al compararse con otras fuentes de financiamiento externo, el costo financiero es más elevado. La tasa de interés promedio ponderada con los acreedores bilaterales es de un 2.8 %, con los organismos multilaterales de un 2.1 %, con la banca de un 5.5 % y con los bonistas de un 6.3 %.
Una variable que agrava el costo del financiamiento con los bonos soberanos en dólares, ha sido la alta tasa de depreciación monetaria del peso dominicano durante el 2020, que al situarse en un 10.1 %, la magnitud del riesgo cambiario hace elevar el servicio de la deuda externa en la misma proporción.
El primer vehículo financiero al que las autoridades han estado acudiendo para agenciar recursos en divisas son los bonos y lo han hecho, en un ambiente de desbalance del presupuesto nacional, como manera de equilibrarlo y ser una vía fácil y rápida de obtener recursos financieros no condicionados, otorgándole un grado de discrecionalidad en su uso, que luego podría exponer al país a incumplir su repago, cuando se utiliza con frecuencia para cubrir gastos corrientes.
En la gestión de la deuda pública dominicana, por razones de asegurar el acceso a los mercados internacionales de capitales, las autoridades han cuidado el balance fiscal primario, dado que eso garantiza enviarles señales a los inversionistas de que los bonos soberanos tienen garantizado el pago periódico de los intereses.
Los bonos soberanos al situar el pago del capital a futuro de mediano y largo plazo, sin amortizar al capital, no prorratea su costo en el tiempo, perjudicando más a las próximas generaciones que a las de ahora y prolongando y elevando en el tiempo el monto de la deuda externa del Sector Público No Financiero (SPNF).
Eventualmente, ante un escenario de dificultad para honrar el servicio de la deuda con los bonos soberanos, su renegociación resultaría más compleja que con la de los organismos multilaterales o las fuentes bilaterales, ante el hecho de que los tenedores de bonos son institucionales y en cantidad son muchos, con distintas agendas, características y exigencias.
Un aspecto que favorece a los bonos soberanos en la actual circunstancia, es el del costo de oportunidad del tiempo, como opción entre otras fuentes de financiamientos no realizadas. La de los bonos soberanos otorgan al emisor mayor prontitud para atender su premura de liquidez en divisas en el corto plazo.
A la fecha de preparar esta opinión, el stock de la deuda del SPNF dominicano equivale a un 59.9 % del PIB, para un monto de US$ 47,174 millones, de estos, a los bonos soberanos le corresponden US$ 24,625 millones, que representa un 52.2 % del total.
Mientras el entorno internacional se comporte en términos monetarios como lo descrito, los déficits presupuestarios local sean recurrentes y la gestión del financiamiento externo favorezca acudir al mercado internacional de capital, el monto en circulación de los bonos soberanos continuará creciendo, como lo ha hecho desde el 2003, cuando se emitieron los primeros instrumentos en la era moderna de la economía. Solo en el 2008 y 2009 hubo disminución en la colocación de nuevos bonos.
La evolución hacia el alza de los bonos soberanos en la República Dominicana ha pasado de US$ 1,149 millones en 2005 a US$ 5,260 en 2014, luego a US$ 14,597 en 2018, en 2020 a US$ 22,165 y en lo que va del 2021 a US$ 24,625 millones y en términos de participación dentro del total de la deuda, un 16.8 %, luego un 21.8 %, posteriormente en un 45.4 %, más adelante un 49.8 % y finalmente en un 52.2%. El espacio ganado del 2005 al 2021 ha sido de un 35.4 puntos porcentuales.
En forma paralela a la expansión en el volumen de bonos soberanos, estos han ido desplazando a otras fuentes de financiamientos, como la multilateral y la bilateral, al disminuir la primera su participación dentro del total de la deuda del SPNF de un 25.1 % en el 2005 a un 17.3 % en 2015 y en 2020 a un 14.8 % y, la segunda, de un 34.0 % a 10.5 %, para luego caer a un 4.4 % durante los mismos años que la multilateral.
El espacio que han ganado los bonos soberanos y los que han perdido otras fuentes de financiamiento, le ha representado un costo financiero adicional al país de 3.85 puntos porcentuales, si consideramos el promedio simple de la tasa de interés de las deudas multilateral y bilateral. Este balance financiero, pese a que es de conocimiento, no parece desalentar a los hacedores de política económica.
Retornar a los niveles de la composición de la deuda pública externa total del 2012 de un 22.0 % multilateral, 29.5 % bilateral y 13.0 % con los bonistas-, parecería ser una posibilidad más próxima a la ciencia ficción que a la realidad, especialmente, porque nos encontramos en la era de lo fácil, simple y sin condiciones y los bonos soberanos justo reúnen esas características.