Aunque la gracia que se le otorga en muchas naciones al mandatario de una nación en los primeros 100 días de gobierno, no se inició con Franklin Delano Roosevelt, Presidente número 32 de los Estados Unidos; sino en la Francia de Napoleón Bonaparte de 1815; lo cierto es que en América, luego de la gran depresión económica de 1929, el Presidente Roosevelt fue el primero en recibir ese periodo, a los fines de facilitar la superación de la crisis económica heredada.
Desde entonces hasta Barack Obama, los presidentes de los Estados Unidos recibieron igual trato, probablemente porque todos han sido Presidentes del sistema político tradicional; pero lo propio no ha acontecido con el Sr. Donald Trump, él ha sido y es producto de un discurso anti sistema, con el que alcanzó resultados inesperados para muchos, tipo cisne negro, y al mismo tiempo a la vista de todos; pero ignorados por la gran mayoría del sistema político norteamericano, como el flamenco rosado.
El Sr. Trump de la nación más poderosa del mundo en lo económico, militar, político y cultural, cuando era precandidato del Partido Republicano y luego como candidato presidencial por ese partido, su discurso fue distinto al tradicional; aunque representativo de lo que el norteamericano por nacimiento, en una mayoría coyuntural, quería escuchar y aspirar; lo que lo llevó a ganar las elecciones.
Su discurso político y económico desde el inicio fue desafiante, confrontacional; mismo que con un sistema electoral norteamericano muy particular, le permitió convertirse en el Presidente número 45 de esa nación y con apenas dos semanas como mandatario, tiene no sólo a su país; sino al mundo, preocupado y con expectativas más negativas que positivas, tanto así que desde ya la mayoría de la minoría se ha estado pronunciando y con amplias posibilidades que luego se convierta en la mayoría.
En la generalidad de los casos, una de las críticas más comunes que se le hacen a los presidentes es la relativa al divorcio entre el discurso de campaña y las acciones gubernamentales; sin embargo, las primeras decisiones del Presidente de USA, denominadas órdenes ejecutivas, tal vez han sorprendido a una parte de los analistas que albergaban esperanzas, de que las posiciones del Sr. Trump eran solo discurso de campaña; nueva vez sorpresa para ellos, él ha sido coherente en su discurso y las acciones que ha ordenado eran previsibles, tomando en consideración el perfil psicológico, descrito por expertos de la conducta.
Lo lamentable de las órdenes ejecutivas, intensas, porque ya ha cumplido en dos semanas con el 46.0% de lo prometido, es que están afectando a mucha gente, y nunca será lo mismo analizarlas a partir de su probabilidad, que padecerlas, con consecuencias que ahora mismo se hacen difícil cuantificarlas en términos del impacto hacia las personas y al sistema económico mundial.
En la actualidad, las medidas anunciadas solo permiten ver una parte de sus repercusiones, aún falta el desenlace, que con alta posibilidad podría estar más inclinada a perjudicar al mundo, que los beneficios que podrían derivarles a los Estados Unidos; porque aunque en la lógica de la nueva era que se está inaugurando con el Sr. Trump, con la vuelta al proteccionismo; lo cierto es que el mundo plano o globalizado que vive el mundo de hoy, echó raíces hace mucho tiempo y para que éstas puedan ser desenterradas y sustituidas por otro modelo, traerá traumas en todas las direcciones.
Las protestas escenificadas en los Estados Unidos, se han producidos desde el mismo día que el señor Trump fue declarado ganador de las elecciones y tomaron más formalidad a partir del momento de su juramento como Presidente; pero éstas no se han limitado a su país, sino también a otras latitudes, como en la Unión Europea, en una parte importante de los países del Medio Oriente, especialmente los de mayoría musulmana, en China y más cerca de nosotros, en México, en donde se han pronunciado, tanto a nivel gubernamental, como de la ciudadanía.
Naturalmente, las reacciones fuera de los Estados Unidos serán distintas a las internas de ese país, debido a la cautela que deben exhibir las otras naciones que se encuentran en desventajas económicas y políticas, respecto a Norteamérica. A lo interno, las respuestas de sus ciudadanos y residentes serán más fuertes en la medida que los resultados no sean como ha previsto el nuevo presidente, en cuanto a que llegó la hora del resurgimiento del poder económico perdido.
El balance final que proyecto de la nueva era del señor Trump, será de extremos, especialmente en lo económico, no caben resultados intermedios, el presidente número 45 de los Estados Unidos arreglará lo que no funciona o dañará lo que funciona y hasta agravará lo que tampoco funciona.
Los detonantes de los extremos señalados, para la primera opción sería el de apostar en forma simultánea al éxito de una política proteccionista hacia dentro y de debilitamiento para economías que se han beneficiado de las características de la globalización; y para la segunda opción, a lo interno, por el lado económico, el modelo de desregulación y proteccionismo romperían el saco de la avaricia humana y agravaría el balance fiscal deficitario, al tiempo que en el corto plazo no le devolvería el poder económico previsto al norteamericano promedio; en lo político, por su discriminación hacia las minorías, en un país que en su origen se conformó con extranjeros, y por el lado externo, por la variedad de frentes que se está abriendo con varios países.
El 8 de noviembre de 2016 los Estados Unidos al elegir a su presidente 45, cambió la gracia de los 100 días para un nuevo gobierno, por la turbulencia que se gesta no sólo en ese país, sino en el mundo.
Excelente radiografía del fenomeno «TRUMPH»
Gracias por leerlo
muy particular punto de vista y enfoque, pero muy acertivo
Gracias por leerlo y la valoración
Magistral esquema psicométrico de Donald Trump.
Gracias por leerlo