El fenómeno de que la gente tenga menos dinero en sus manos o en los bolsillos produce un efecto no deseado en la conducta, misma que dependerá del nivel de limitaciones, privaciones o expectativas de consumo. No es lo mismo tener menos dinero para una persona que piense comprar un carro, a una que le pase lo mismo, pero que espera tener dinero para comprar alimentos para la sobrevivencia. En la primera, lo más probable es que haga ajustes en torno al nivel de la gama del vehículo de motor, pero en la segunda, el ajuste implicará en comer menos y de inferior calidad y eso tiene una reacción conductual distinta.
Tener poco dinero significa mucho para el que vive en escasez permanente o recurrente. En opinión de los expertos en conducta, disponer de poco dinero en aquellos sectores sociales más vulnerables, los lleva a tener la visión de túnel, que se genera cuando la persona se ve obligada a concentrarse en accionar principalmente para subsistir, dejando de lado otras necesidades, que luego pueden agravarse.
La reacción natural de la población pobre en condiciones de tener menos dinero en sus manos que antes, será la de culpar a quienes son los responsables de poner el dinero a circular en la economía y ante el señalamiento, en la construcción del imaginario social sobre el análisis forense del hecho, llega a la conclusión de que el victimario es la autoridad pública y la víctima, el ciudadano, razón suficientemente poderosa para que su reacción conductual se volque contra quien le ha generado tener escasez de dinero en un entorno de incremento de precios.
Afirma un escrito del Banco Central que las condiciones monetarias se tornan más favorables en la actualidad, al incrementarse los niveles de liquidez de la economía dominicana, contribuyendo de esa manera a una mayor expansión de los agregados monetarios, luego de culminar el ciclo restrictivo en materia monetaria, como manera de contrarrestar los altos niveles de inflación que han padecido los consumidores.
La publicación no dice que antes de entrar a la política monetaria restrictiva, las autoridades que conducen la política económica propiciaron una fuerte expansión monetaria, acompañada de un extraordinario gasto público, que promovió mayores niveles de déficit fiscal, ambos, en adición al tema internacional, son las razones que explican el origen de la inflación dominicana, que lleva casi cuatro años consecutivos -desde el 2020 hasta septiembre de 2023- sin cumplir con la meta de inflación del 4.0 %.
Como fundamento de lo afirmado, encontramos que el déficit fiscal de 2020 alcanzó un 7.5 % del PIB, el más elevado, al menos en las últimas décadas, promovido por un fuerte aumento del gasto público de un 30.7 %, al pasar de RD$ 744,267.1 millones a RD$ 973,062 millones,,respecto al año 2019, un incremento sin igual en el manejo de la ejecución presupuestaria y, por el lado monetario, hasta finales de 2020, el Banco Central había dispuesto para proveer de liquidez a la economía, la colocación recursos rápido por medio a la banca, por valor de RD$ 190,814 millones. Ahí la génesis de la inflación dominicana y la otra parte del ciclo monetario, en la modalidad expansiva, previo a la contractiva cuando se comenzó a elevar la tasa de interés monetaria.
El Banco Central ofrece explicaciones sobre la forma más correcta de calcular los niveles de movimiento de los agregados monetarios y de la base monetaria, indicando como la valida, el cálculo interanual; pero resulta, que, en la construcción de la narrativa, siempre tratan de acomodarla a la que le sea más amigable al objetivo planteado, de manera que no resulta axiomático, sino que cuando le es útil, hacen referencia al método intermensual y cuando no, al interanual.
Cualquiera que sea el método de cálculo de las variables monetarias para la métrica de su movimiento, lo cierto es, que la correspondiente a la de los billetes y monedas en poder del público, componente clave del medio circulante y de los agregados monetarios, resulta que lo relevante para la gente no es la forma de calcular, sino, de si hay dinero suficiente circulando en la calle y más aun, si la población tiene dinero en los bolsillos.
Conforme a la preocupación de la gente, la liquidez de la economía es medida en función de si dispone de dinero o no en sus manos o si tiene menos o más que antes. A decir por los datos oficiales de los agregados monetarios, al 18 de octubre de 2023 el público disponía de RD$ 191,076.7 millones, cuando en el mes anterior, esto es, en septiembre, era de RD$ 197,573.6 millones, para un 3.3 % menos, lo que significa que la gente tiene razón cuando afirma en las calles que el dinero que tiene no le alcanza para comer como antes.
Si al tema de que la gente tiene menos dinero ahora que antes, se le agrega el incremento de los precios, entonces, la consecuencia se cuenta por partida doble, por un lado, el hecho de tener menos dinero y por el otro, que el dinero ha perdido poder de compra por la inflación. En el caso concreto que se examina, en los últimos tres años, la referida disminución del valor del peso dominicano equivale a un 20.23 %.
La situación descrita más arriba queda aún más agravada, al agregarse el escenario en donde la economía dominicana en términos nominales está prevista a crecer en un 8.67 %, un poco menos o más, el panorama queda complicado, porque la proyección de la métrica de los agregados económicos supone considerar el movimiento del PIB y como este resulta ser muy superior a la tasa de crecimiento del dinero en manos de la gente, tanto en la versión interanual a octubre que es de un 2.98 %, como en la intermensual que es de -3.3 %, se constituye en otro soporte que evidencia que la población tiene razón en afirmar y preocuparse por tener menos dinero ahora que antes.
Ante la evidencia de la población dominicana de que tiene menos dinero ahora que antes en sus manos, seria previsible anticipar conductas de parte de la población de menos ingresos, en cuanto a que en la primera oportunidad que tenga cuando le toque tomar una decisión, asociada contra quienes ellos entienden son los culpables de no tener dinero o tener menos y se la desquitaran en la forma civilizada que entiendan, siendo una de ellas las próximas elecciones en la que los electores habrán de elegir al nuevo presidente de la República en mayo de 2024.