El que haya trasladado por primera vez el concepto de “Rebote” para uso del estudio de la economía, probablemente no lo hizo inspirado en el juego del baloncesto, porque en ese deporte, el “Rebote” acontece cuando uno de los jugadores en forma ofensiva o defensiva se apodera de la bola, luego de hacer contacto con el tablero o contra el aro en forma fallida, en el intento por anotar puntos, acción que no parece guardar relación con el comportamiento de la economía.
En cambio, donde con alta probabilidad fue tomado prestado el concepto de “Rebote” fue de la física, en razón de que en ocasiones el comportamiento de la economía presenta un parecido al fenómeno que se produce cuando la altura de un objeto se convierte en energía por la aceleración de la gravedad, haciéndolo caer a la superficie del suelo y desacelerando en dirección negativa a la original, debido a que la fuerza de la reacción supera al de la gravedad.
Desde que el pasado año estaba por concluir y la economía comenzaba a desacelerar la intensidad de su caída negativa y la pandemia mostraba señales de poder ser controlada por las medidas de prevención, la colaboración ciudadana y la entrada en acción de la vacuna contra el COVID-19, los pronósticos positivos para el 2021 no se hicieron esperar y organismos internacionales, economistas, autoridades oficiales; así como economistas independientes, indicaron que la economía crecería en una magnitud de entre un 5.0 % a un 6.0 %. La proyección contenida en el panorama macroeconómico lo sitúa en un 5.0 %.
La narrativa oficial acerca del crecimiento económico esperado de 2021 no contiene adjetivo, su versión acerca de la recuperación solo se la atribuye a la acción combinada de las políticas fiscal y monetaria. Sin embargo, desde la perspectiva de una valoración más crítica, la previsión tiene un adjetivo, el correspondiente al efecto rebote, luego de haber caída el producto interno bruto (PIB) en un -6.7 %.
La economía dominicana tenía 50 que años no había registrado una caída negativa tan abrupta, como la acontecida en el 2020. A lo largo del último medio siglo, los años con desempeño negativo han sido 4, el de 1985 con un -2.1 %, -originada por los ajustes tributarios y la inflación de dos dígitos-, el de 1990 con un -5.5 % -inducida por la crisis del golfo pérsico y el manejo en la política de precios de entonces-, el del 2003 con un -1.9 % -causada por la crisis bancaria- y, la de 2020 con un -6.7 %, provocada por el coronavirus.
El primer efecto rebote ponderal positivo de las últimas 5 décadas se produjo en 1986, cuando la economía dominicana creció a una tasa de un 3.6 %, precedida por la caída negativa de un -2.1 % en 1985. La ganancia ponderal del rebote de la economía para entonces fue de un 1.5 puntos porcentuales. Cinco años después, la economía vuelve a tener un desempeño negativo, pero más acentuado, al caer en 5.5 % y al siguiente año, en 1991 el PIB creció con un pobre rebote de un 0.9 %, para una perdida ponderal con el efecto rebote de un 4.6 puntos porcentuales.
Más reciente, en el 2003 la economía cae un -1.9 % y en el 2004 por el efecto rebote crece un 2.0 %, la recuperación económica ponderal fue de naturaleza positiva y mínima en un 0.1 puntos porcentuales. Desde entonces y hasta el 2019, la economía crecía a tasas variadas, registrando en el año previo al COVID-19 un 5.1 %, interrumpiéndose en el 2020, al caer en un -6.7 %. La curva del PIB durante 2019 y 2020 asumió la forma de una “V” invertida, siendo el crecimiento menos pronunciado que la caída y produciendo un efecto ponderal negativo, con una pérdida del orden de un 1.5 puntos porcentuales.
La previsión que el gobierno ha realizado sobre el desempeño económico de 2021, como se indicó más arriba, lo sitúa en un 5.0 %, de alcanzar al cierre del año en curso el referido crecimiento, ubicaría el efecto rebote ponderal con una recuperación parcial de la economía, al presentar su balance un valor negativo respecto a la magnitud de la caída de la economía de 2020, que fue de un -6.7 % -la más alta del último medio siglo de historia económica dominicana-, del orden de un 1.7 puntos porcentuales.
Con relación al comportamiento del Indicador Mensual de la Actividad Económica (IMAE) del primer bimestre de 2021, el de enero fue negativo en -1.8 % interanual y febrero de un 1.1 %, también interanual. El balance neto del efecto rebote ponderal del IMAE, estaría colocando a los dos primeros meses del año con un saldo negativo del orden de un 0.7 puntos porcentuales.
Enfatizando acerca de las características del desempeño económico de lo que va del 2021, se podría decir que estamos frente a una recuperación parcial de la economía y que el rebote que experimentó el IMAE correspondiente a febrero, careció de fuerza gravitacional para compensar la contracción negativa de enero.
La señal positiva de un 1.1 % del desempeño del IMAE de febrero de 2021, queda muy por debajo del registrado en igual mes en 2020, cuando alcanzó un 5.3 %, lo que sugiere que a la economía dominicana aún le falta mucho por reactivarse para alcanzar los niveles de precovid-19; sin embargo, el hecho de que haya salido del desempeño negativo resulta un buen signo, al que se espera no encuentre tropiezos para que sea sostenible y supere no solo al crecimiento potencial de la economía, sino además que el efecto rebote ponderal en su balance presente ganancias.
En el imaginario del lector podría quedar la idea de que un crecimiento como el previsto de un 5.0 % del PIB en 2021, colocaría a la economía próximo al tamaño que tenía previo a la pandemia. Sin embargo, el pensamiento resultaría engañoso, dado que el PIB de 2019 fue de US$ 88,906 millones y el de 2020 de US$ 78,689 millones, una pérdida de US$ 10,217 millones y la previsión del PIB de 2021 -dada la depreciación proyectada de 9.2 %-, es de US$ 78,689 millones; lo que significa, que la economía no tendría crecimiento en dólares y para tenerlo la economía tendría que crecer más de lo estimado y/o tener un menor nivel de depreciación en el tipo de cambio.
A pesar del optimismo, lo que parece más cierto es que al finalizar el 2021, la economía no crecerá más que la caída que sufrió en 2020, razón por la que, el efecto rebote ponderal será negativo y el país necesitará de más tiempo para recuperar el tamaño de la economía de la precrisis sanitaria y de alguna manera, es una invitación a continuar con el gasto social a los más vulnerables y a revertir el gasto de capital de impacto de corto plazo -dado que en enero/febrero apenas fue de un 2.7 % del gasto total-, para que la demanda agregada motorice una mayor tasa de crecimiento, al tiempo que la política monetaria debe seguir siendo expansiva.