Conforme a la metodología que aplican los bancos centrales y los institutos de estadísticas de algunas economías, la inflación es medida por el índice de precios al consumidor, que cuantifica la variación de los precios de los bienes y servicios que consumen los hogares durante un tiempo definido.
La inflación es un dato clave para la formulación y conducción de la política monetaria, tanto en tiempo de normalidad, como en el de crisis económica. Tal es el caso que acontece actualmente en el mundo, en donde luego de una política monetaria de tipo expansiva a causa del cierre parcial de las economías por COVID-19 y como manera de proveer de liquidez a los ciudadanos y determinadas unidades económicas, se engendró el padecimiento principal de las economías, la inflación.
En tiempos de pandemia, la inflación no fue la principal preocupación de la política económica, por eso, la postura monetaria quiso auxiliar al ámbito fiscal de las economías en la mitigación o salvamento de las dificultades económicas de la mayoría de los países y como en el momento, el entorno de los precios era de deflación o de inflación negativa, ese tema no fue el prioritario para la postura monetaria expansiva; sin embargo, al no determinar a tiempo el desmonte progresivo del exceso monetario, la inflación comenzó a conformarse, unida a problemas de oferta por insuficiencia de producción o dificultades en el transporte marítimo, así como, el consumo de venganza, propiciaron mayores presiones de precios.
La respuesta que han tenido casi todos los bancos centrales del mundo, incluyendo a la FED como entidad ancla, ha sido el de subir la tasa de referencia para combatir la inflación, por la vía de encarecer el precio del dinero bancario y del mercado de capital, mediante el efecto transmisión, a fin de reducir la demanda agregada de la economía. Como la FED es líder mundial en la fijación de la tasa de interés, su postura trajo en cadena otras subidas de tasas de referencia, para evitar fuga de capitales y depreciación monetaria, pero a su vez, lo de la FED hizo revalorizar el dólar, teniendo ventajas y desventajas para la economía norteamericana, porque encarecen sus exportaciones, al tiempo de atraer inversiones a los Estados Unidos.
Sin embargo, la madeja que se ha tejido en la acción de la subida de tasa de referencia, le ha puesto un freno al ritmo de la actividad económica en Europa, agravada por el conflicto bélico de Rusia y Ucrania, en la que el suministro normal de gas se ha entorpecido en cantidad y precio, al tiempo de que, las sanciones occidentales han perjudicado más a Europa que a Rusia y a los Estados Unidos.
La reacción del Banco Central dominicano se alineo al resto del mundo, movido por las mismas causas, aunque con dilación en la fijación de la postura, subiendo su tasa de interés de política monetaria de un 3.0 % en noviembre de 2021 a un 8.25 % a octubre de 2022, equivalente a 5.25 puntos porcentuales en once meses. Durante el tiempo de subida de la tasa de referencia, la tasa de inflación se ha mantenido muy alejada de la meta de inflacion de un 4.0 %, al registrar una tasa interanual a septiembre de 2022 de un 8.63 %, una distancia de 4.63 puntos porcentuales sobre el ancla de la inflación.
El no haber logrado que la inflación esté controlada en la República Dominicana con la subida de la tasa de interés monetaria, acontece sin que se logre desacelerar el crecimiento económico de 2022 (5.5 %, tal como lo previsto con inflación controlada) y encareciendo todo lo relativo a los distintos productos bancarios, como los préstamos comerciales, los de consumo, la tarjeta de crédito, entre otros.
Al conocerse todos los meses del año el nivel de inflación para la economía dominicana, la reacción social no se alinea con la explicación que dan con frecuencia las autoridades ni tampoco con la magnitud de su medición. El desacuerdo es permanente, en especial cuando la variación de precios es persistente, como ha pasado en los dos últimos años, en donde el imaginario social afirma, que la inflación de los hogares no es la que dice el Banco Central.
Algunos analistas han indicado que una forma de darle mayor credibilidad es transfiriéndole el cálculo del índice de precios al consumidor y la inflacion a la Oficina Nacional de Estadísticas, como ocurre en algunos países, de esa manera, el dato deja de estar en la cancha del que es juez y parte, en la que, haciendo política monetaria, calcula la inflación y esta a su vez es el indicador con el que se evalúa al éxito o no de una política monetaria con meta de inflacion.
Al margen de la discusión, lo cierto es que el dato de la inflación, además, de que la mayoría de la población no está de acuerdo cuando se ofrece, tampoco lo entiende por su carácter abstracto de lo que representa, esto pese a ser un número y como tal parece objetivo.
Entonces, ¿qué significa que la inflación sea de un 8.63 % interanual?, primero, que se refiere a doce meses y, segundo, que los precios de la canasta básica está conformada por 364 bienes y servicios, representativa del consumo de los hogares dominicanos y compromete casi el 91.0 % del gasto familiar. El dato, al estar expresado en forma de porciento, equivale al lenguaje relativo y no el absoluto, lo que dificulta el entendimiento social.
La tasa de inflación de un 8.63 % lleva a la gente a preguntarse, ¿cómo se traduce ese número?, una construcción de respuesta puede ser el del monto de la canasta básica, que al estar cuantificada en número absoluto es de más fácil compresión. En agosto de 2020, el costo de la canasta básica para la población de menores ingresos era de RD$ 21,153 al mes, en cambio para el mismo mes, pero al 2022, es de RD$ 25,122, para un incremento de RD$ 3,969 al mes y al año equivale a RD$ 47,628, lo que significa que para ese tipo de hogar la inflación le cuesta RD$ 9,969 más al mes y al año de RD$ 47,628.
Si el examen lo realizamos para el costo de la canasta básica promedio nacional y para el mismo periodo de tiempo, puede encontrarse que la inflación le cuesta a la familia dominicana RD$ 42,482 al mes, cuando hace dos años era de RD$ 36,083, representativo de un aumento de RD$ 6,399 al mes y al año de RD$ 76,788.
Basado en los datos precedentes, lo que ha costado la inflación en los dos últimos años es de RD$ 6,399 más al mes, dependiendo del nivel de ingreso de los hogares. Si fuera en términos de inflación acumulada de agosto de 2020 a septiembre de 2022, el número seria de un 17.7 %; de manera que, ahora a cualquier ciudadano que le pregunten, ¿cuánto vale tu inflación?, con propiedad puedes decirle, RD$ 6,399 más al mes.