Leyenda, mito o verdad, lo cierto es que la expresión del talón de Aquiles, ayuda como recurso a examinar eventos que son predecibles. Tal es el caso de algunos tendones de la economía dominicana, que presentan vulnerabilidades que pudieran hacerla colapsar o perder la fuerza que hasta ahora ha mostrado para exhibir el crecimiento del PIB y otros indicadores durante los últimos quince años.
Al escuchar y luego leer el discurso que pronunciara el presidente de la República, Danilo Medina, en torno a los logros y fortalezas económicas de sus dos gestiones gubernamentales, me pregunté, ¿acaso nuestra economía es invulnerable?, ¿estaría pasándole por su mente algo parecido a lo que creía Tetis – la madre de Aquiles-, en la epopeya griega lliade, atribuida a Homero, cuando entendía que su hijo estaba libre de mortalidad y vulnerabilidad, al introducirlo al rio y que además era invencible?.
Los desafíos que tiene la economía nacional no son leyendas, tampoco mitos, son realidades, resultantes de no haber aplicado las medidas correctas, o bien, no eran del interés de la gestión. A modo de ilustración, presento cinco problemas que tienen los ámbitos fiscal y monetario, que tienden a agravarse con el paso del tiempo: La rigidez presupuestaria, el servicio de la deuda pública, la ausencia de espacio fiscal, la composición económica del gasto público y los atrasos de las transferencias del gobierno central al Banco Central. Veámoslo de cerca a cada uno de ellos.
En materia fiscal, la voluntad de un gobierno se manifiesta en los lineamientos de la formulación del presupuesto de la nación, aprobado luego como ley en el Congreso de la República todos los años. Para el caso de la rigidez presupuestaria, hasta hace apenas cinco años era de alrededor de un 80.0 %, para el presupuesto del 2020 es de un 90.0 %, significando, que por cada cien pesos que le ingresan al gobierno, noventa están comprometidos en forma predeterminada, quedándole solo de holgura diez pesos, que equivale a decir que el gobierno no tiene flexibilidad para el manejo del gasto público.
La condición de la rigidez presupuestaria es una de las causales de la ausencia de espacio fiscal y de justificación para el endeudamiento público; por lo que, cuando apreciamos incremento de la deuda, miremos hacia el fenómeno de la referida rigidez, sino, veremos continuar la carrera de los préstamos, la que efectivamente ha estado aconteciendo para cubrir el déficit financiero del presupuesto de la nación.
En cuanto al pago de los intereses y capital de la deuda pública, podemos observar que el crecimiento es cada vez mayor, pues para el 2019 alcanzó el monto de US$ 2,627 millones y para el 2023 se proyecta que sea de US$ 4,227 millones, esto es, 1.6 veces mayor para los tres años venideros; de manera que, las nuevas autoridades que asumirán el gobierno a partir de agosto de 2020, tendrán que afrontar esa obligación financiera en forma ineludible.
Naturalmente, partiendo de la experiencia pasada, las autoridades podrían verse animada a seguir endeudando al país para saldar el servicio de la deuda pública, atendiendo a la lógica financiera, de que lo importante es la entrada de más dólares respecto a los que salgan de la economía, que equivale a decir, que el saldo sea favorable, sin detenerse a pensar, aunque sea un minuto, que el razonamiento, anida la insostenibilidad de la deuda y deviene el colapso. Se puede asegurar, que estamos más cerca que antes para llegar al punto de la insostenibilidad de la deuda y por vía de consecuencia de la inestabilidad.
Las finanzas públicas adolecen de espacio fiscal. Lo apreciamos en el déficit financiero que todos los años, de manera estructural, se formula y ejecuta con el presupuesto de la nación, tal es el caso del vigente, que presenta un desbalance de RD$ 110,251 millones y una necesidad bruta de financiamiento de RD$ 246,295 millones; señales inequívocas de que estamos frente a un desafío no coyuntural, que requiere de voluntad para afrontarlo en sus raíces.
Por el lado de la composición económica del gasto público, el del presupuesto del 2020 muestra una proporción 84.0 gasto corriente vs 16.0 gasto de capital; en contraste al que hubo en el 2012, que la estructura era de 71.0% y 29.0 %. La implicación de ejecutar un gasto público con una proporción tan elevada de gasto corriente, es que ese tipo de gasto no es necesariamente productivo versus el de capital que si lo es, al tiempo que es autosostenible. La referida composición porcentual es una expresión de baja calidad del gasto público, habida cuenta de su bajo efecto multiplicador de ese tipo de gasto.
En lo relativo a los atrasos que ha venido presentando el gobierno central para cumplir con la ley de recapitalización del Banco Central y hasta con la propia ley de presupuesto anual, en cuando al porcentaje del PIB que debe transferir, ha llevado a que los certificados financieros continúen creciendo, hasta llegar a RD$ 608,785 millones a enero de 2020, cuando para el mismo mes en 2019 era de RD$ 564,626 millones.
Solo esos cinco desafíos que hemos descrito precedentemente, deben ser motivos suficientes para los que aspiran a dirigir los destinos del país a partir de agosto de 2020, estén conscientes, por un lado de lo que le espera y por el otro, de que presenten sus fórmulas para resolver de manera definitiva esos problemas, si es que no se está apostando al cortoplacismo de afrontar solo el día a día gubernamental, bajo la premisa del que venga atrás que arree, con las consecuencias que acarrea continuar postergando las decisiones de políticas públicas.
Como talones de Aquiles, la rigidez presupuestaria, la ausencia de espacio fiscal, el aumento del servicio de la deuda pública, la composición del gasto público y los atrasos de las transferencias del gobierno al Banco Central, serían las causales de la posible caída e inestabilidad de la economía dominicana, ahora potenciada con un entorno internacional amenazado por la posibilidad de una pandemia por el coronavirus, que estaría afectando a la economía mundial a nivel de producción, demanda y la cadena de distribución.
Si lo que aspiran a la presidencia están apostando al impacto de lo improbable, como que el verano acabe con el coronavirus, no lo descarto del todo, pero preferiría inyectarle soluciones diseñadas contra el azar, promovidas y controladas por políticas públicas, llamadas a ser presentadas por los responsables de tomarlas y no exponer más a la economía dominicana a los riegos de dejar creciendo los talones de Aquiles como puntos débiles y vulnerables.