¿Qué tal todo?

Un coloquial saludo dominicano sería como la pregunta que lleva por título esta opinión; de igual manera, una respuesta coloquial indicaría que “todo está bien”, sin importar la verdadera situación del que responde, pues en el fondo no les gusta revelar su condición, a no ser que le tenga suficiente confianza o sospeche que puedan pedirle prestado alguna suma de dinero.

Sin entrar en mayores consideraciones acerca del desempeño de las principales variables económicas del país, lo cierto es que la economía parece estar bien, conforme al consenso que prevalece entre economistas y hacedores de opinión sobre el balance del comportamiento económico, resumido en indicadores claves, como el Producto Interno Bruto (PIB), la tasa de inflación, la pobreza, el tipo de cambio, la tasa de interés bancaria, las Reservas Internacionales Neta (RIN) y el Coeficiente de Gini que han sido positivos.

Los principales y mayores cuestionamientos sobre el acontecer económico básicamente están referidos a la marcha del endeudamiento del sector público no financiero, que se deriva del desbalance en la formulación y ejecución presupuestaria, parecer que hasta a nivel del propio gobierno se aprecia como tal; aunque con matices diferenciados, como el que afirma que es sostenible y que por lo tanto no constituye una amenaza de impago y crisis de deuda.

Pese a lo indicado precedentemente, una variable económica que ha sido examinada, pero no ha tenido la suficiente atención por parte de los propios trabajadores, los opinadores, empresarios y profesionales de la economía, es el tema salarial, el que según algunos, se ha elevado en forma importante en los últimos 5 años en la línea acorde con el argumento que promueve la competitividad de la economía, por la vía de bajos salarios, al punto que es considerado casi como un dogma, sin mediar la ponderación de los márgenes de ganancia con los que opera el sector productivo nacional.

Algunas historias, anecdóticas o no, dan cuenta que el italiano, Galileo Galilei, al momento de ser condenado por su negación a aceptar la creencia de la Iglesia Católica, manifestó: “Y sin embargo, se mueve”, expresión atribuida en ocasión de cuando fue obligado por la Santa Inquisición a retractarse de su herejía, que daba cuenta que la tierra se mueve alrededor del sol y no lo contrario que señalaba Aristóteles y dada por verdad por la referida Iglesia, en cuanto a que todos los planetas, el sol y las estrellas giraban alrededor de la tierra.

La referencia sobre Galileo es a propósito de que ante un desempeño positivo mostrado por los principales indicadores económicos, cómo podría explicarse que la distribución del ingreso ha mejorado, que el ingreso per cápita también, que la pobreza general ha disminuido, sin que el salario haya mejorado en forma importante?. El italiano “hereje” al final tuvo la razón, la tierra es la que gira alrededor del sol y no al revés; entonces, por qué insistir en la creencia de que los aumentos salariales generan inflación, desempleo y disminuyen la competitividad y que por esas razones deben mantenerse rezagados y no moverse hacia el alza, acaso no sería esa la verdadera herejía?.

La evidencia de los resultados macroeconómicos dominicanos en lo que va del 2018 continúan la trayectoria de crecimiento con estabilidad de los últimos años, veamos: Por el lado del PIB, ha crecido en torno al 6.9 %, la tasa de inflación acumulada a septiembre se sitúa en 1.75 %, el Coeficiente de Gini en 0.46 (año 2016), las RIN a octubre en US$ 6,984 millones, la depreciación a noviembre de 3.9 % y la tasa de interés activa promedio ponderada del sistema bancario nacional de 12.26 %.

Ante resultados como los descritos del panorama económico nacional, los salarios de los trabajadores manifiestan valores con pocos movimientos expresados en dólares estadounidenses, una forma de medir el poder adquisitivo. Conforme a la Resolución del Ministerio de Trabajo, de junio del 2013, las tarifas del Salario Mínimo establecido para los trabajadores del sector privado no sectorizado fue ajustada en términos nominales en una escala que abarca los valores de RD$ 11,292, de RD$ 7,763 y RD$ 6,680 y para los trabajadores del campo de RD$ 234.00 el día.

En lo referente a la última Resolución adoptada por el Ministerio de Trabajo, de noviembre del 2017 y vigente a la fecha, ordena un salario mínimo de RD$ 14,546, otro de RD$ 10,000 y también, otro de RD$ 8,862 y para los trabajadores agrícolas un salario diario de RD$301.7. En términos nominales se puede apreciar un movimiento hacia el alza del salario mínimo entre los años 2017/2013 en el rango del 28.8 % al 32.6 %, dependiendo de la tipología salarial.

El comportamiento de los salarios mínimos en términos nominales tienen una especie de ilusión salarial, pues al examinarse cada uno expresado en dólar, los valores se sitúan en US$ 271.50, en US$ 186.6, en US$ 165.4 y en US$ 5.6 para junio de 2013 y para noviembre de 2018 en US$ 289.06, en US$ 198.72, en US$ 176.1 y en US$ 5.99, para una tasa de crecimiento durante los 5 años y unos meses de 6.4 %, equivalente a alrededor de 1.0 % anual de aumento.

Los distintos salarios mínimos nominales distan mucho del costo de la canasta básica familiar nacional, generando una brecha importante, la que a octubre del 2018 se sitúa en RD$ 30,507, algo más del doble del salario mínimo superior que es de RD$ 14,546 y más de tres veces la del salario mínimo inferior que corresponde a RD$ 8,862.

El poco avance mostrado por el salario en la economía dominicana es indicativo del también poco progreso en la mejora de la distribución del ingreso; de manera que, todo no está bien, la economía presenta desafíos importantes por afrontar, como una de las formas para neutralizar eventuales descontentos sociales que terminen interrumpiendo el crecimiento alcanzado hasta ahora por la economía y que ha dado ganancia desigual entre los actores que la generan.

Y aunque la economía se mueve, pero no en forma toral como la tierra alrededor del sol, parafraseando a Galileo, al no incorporar en el movimiento al salario en términos reales del trabajador dominicano; por lo que, ha de esperar que el desplazamiento ascendente de la economía arrastre al de los salarios para que luego no se haga tarde.

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