Economía puritana

Este artículo define a la economía puritana como aquella economía en la que las actividades productivas y comerciales de un país están estrictamente apegadas a los preceptos lícito y moral que rigen su regulación. La definición estaría implicando a todos aquellos productos y servicios que se originan y se canalizan al mercado legalmente, al tiempo de que no riñe con las buenas costumbres, cayendo en lo que se denomina también economía formal.

En contraposición, la economía informal se refiere a aquellas actividades económicas que en términos legales no se acogen a su regulación; pero su movimiento se realiza en base a insumos, productos, y servicios de origen legal, y preserva lo moral en cuanto a que es una forma de sobrevivencia humana.

La economía informal podría ser una consecuencia de la economía formal cuando esta no ha sido capaz de absorberla, por los bajos salarios que prevalecen en lo formal, cuando la mano de obra no dispone de las habilidades necesarias para insertarse en lo formal; e incluso, por situaciones que se consideran exceso de regulación y burocratización que hacen elevar costos y dificulta trámites, y en adición, por aquellos casos en los que el bajo nivel de competitividad, expresado en costos de la energía muy elevados, hacen que la actividad productiva se refugie en lo informal.

En contraposición, la economía ilícita se refiere a aquellas actividades económicas no vinculadas a lo legal y moral en su origen y comercialización y caen en límites abusivos que denigran la calidad de vida a niveles extremos como el tráfico de drogas, trata de humanos, prostitución y venta de órganos humanos, etc.

De manera que la economía informal cae en el punto intermedio, entre lo formal y lo ilícito, primero al efectuarse a partir de insumos y productos lícitos en su origen; y segundo, al apartarse de las actividades inmorales; por lo que también se le podría llamar la economía de los pobres.

De manera que en el extremo superior se encuentra la economía formal al implicar lo legal y moral; el intermedio que es la informal, al poseer aspectos cuasi legal y morales; y el extremo inferior que es la economía ilícita, por apartarse de lo legal y moral simultáneamente.

Bajo la tipología de economías descritas anteriormente y en base a la lista de 110 países que preparó el Banco Mundial (BM) en el 2010, donde ubica las economías en base a su composición formal e informal, este artículo sitúa los principales países del mundo que tienen economías puritanas.

El ranking lo encabezan Suiza y los Estados Unidos con tan sólo un 8.8% del sector informal, seguido de Austria con 10.2%, y luego Japón con 11.3%; en contraposición, las economías menos puritanas son Georgia que alcanza los 67.3%, Bosnia con 67.1% y Azerbaiyán que registra un 60.6%.

En américa latina, la economía más puritana es la de Chile que registra un sector informal de 19.8% y la menos puritana Panamá con 64.1% de informalidad.

Las políticas públicas dirigidas a los sectores de educación, salud, competitividad, y simplificación de la burocratización y la sociedad en sentido general deben realizar esfuerzos mancomunados a fin de hacer que nuestras economías sean cada vez más puritanas, pues ello estaría sugiriendo que las barreras que separan lo informal de lo formal han sido vencidas en beneficio de la población; para ello en adición a lo indicado requiere de tiempo, voluntad y recursos económicos.

La actual disposición que hace pagar impuestos y aranceles a las compras por internet que están por debajo de los US$200.0 sería un buen ejemplo de lo que he querido expresar en este artículo, y que aunque se ha adoptado esa medida en parte por la petición del sector privado formal, bajo el predicamento de la equidad tributaria, cabe señalar lo expresado por este autor en mi cuenta de Twitter el pasado 29 de julio, cuando indiqué que “La equidad tributaria es un tema legal, económico, y administrativo”.