El 2018 entre la teoría del más apto y el más tonto

Subestimarlo sería una forma de ignorarlo y no debe ser, hoy día cada vez son más los dominicanos, especialmente jóvenes, que incursionan en operaciones con Bitcoin como activo monetario, tal vez por moda o atraído por altas expectativas de que luego podrán venderlo más caro y ahí el bingo. Los jugadores no se detienen ni siquiera por un instante a pensar que, es mejor un mal precio con un buen negocio, que un buen precio a un mal negocio, como lo dijo en una ocasión el mejor de los inversionistas, Warren Buffet.

Pero no es para menos, en un país con altos déficit en todo el de la cultura económica, financiera o del mercado de dinero no es sorpresa, imagínense muchos hasta creen que porque a los trader también se le llama jugadores piensan que realmente es un juego, sin darse cuenta que el mundo de los mercados de capital y de dinero es para inversionista profesional o institucional y en el país el primero es escaso, el segundo en desarrollo; por eso este llamado a no ser el mayor en la teoría de los más tontos.

Cuando Charles Darwin, aquel inglés del siglo XIX formuló la teoría evolutiva de las especies, en la que indicó que los más aptos son aquellos que desarrollan la capacidad, especialmente en condiciones extremas, de preservar la diferencia y variación individual, que lo conduce al mejoramiento de sus condiciones de vida y lo orilla a destruir todo lo que lo perjudique, conforme pasa el tiempo, nunca pensó que luego alguien iba a construir una teoría o para ser más preciso, una cuasi teoría; pero con mucho sentido práctico, la del más tonto, referida al mundo bursátil.

Sin conocerse su autor, la teoría del más tonto, la que aún no ha sido sometida a todo el rigor científico que permita construir teorías con capacidad de pronósticos, es una expresión muy socorrida en el mundo bursátil en la que los jugadores manifiestan una conducta de permanente optimismo al comprar activos sobrevalorados previendo nuevas alzas de precios, el que venden cuando se produce el aumento de la cotización, generándose así una cadena de tontos, sin advertir ninguno que están frente a una burbuja que termina estallando en el tonto mayor, al observar que no puede venderlo por un precio más alto del que lo compró.

Entonces, ¿cómo darse cuenta que se está frente a una burbuja económica que en su momento estallará?

Entendiendo y conociendo que una burbuja de naturaleza financiera la caracterizan dos factores, lo primero tiene que examinar es si el precio se sitúa en un nivel distante al de los mercados y segundo, que su crecimiento es de tipo exponencial, que se aleja del valor real o intrínseco del producto financiero.

Luego apreciar que las burbujas presentan etapas que pueden resumirse en la forma siguiente: La etapa del despegue en la que se produce una baja del precio, después una subida en forma de tendencia que atrae más compradores que esperan especular con el precio, generándose una sobrevaloración del activo, seguida de la etapa de la duda de los participantes en cuanto a la duración de la tendencia alcista, lo que hace alejar a otros potenciales compradores, produciéndose volatilidad en la cotización, misma que se agudiza y entra a la etapa crítica en donde se intensifican las oscilaciones de los precios, la desconfianza y finalmente llega el estallido en donde los tontos mayores quedan atrapados.

Recientemente la prensa internacional publicó las principales burbujas de la historia que me permitió calzarla con algunas de las enseñanzas de Buffet en un artículo anterior. Entre las cinco burbujas mencionadas, la de los tulipanes vale la pena retomarla con el caso emblemático del empresario que intercambio su fábrica por tres tulipanes, colocándolo al parecer como el tonto mayor del estallido de la burbuja aquel 6 de febrero de 1637.

Cualquier parecido a las historias de las burbujas sería un buen punto de partida para advertirla y el de la subida del precio del Bitcoin desde que comenzó a cotizarse en 2010 hasta finales de 2017 que lo sitúa en 4,552%, permitiría afirmar que esa criptomoneda no se queda atrás en récords históricos de precios.

En el país y probablemente en el exterior se ha visto la entrada del Bitcoin en el mercado de futuros de la bolsa de Chicago como una muestra de aceptación y legalidad; sin embargo, hay que recordar que justo la burbuja de los tulipanes aconteció luego de ingresar también al mercado de futuros.

En adición al tema de los precios el ingreso del Bitcoin al mercado de futuro lo alista dentro de un mercado regulado por ya transarse en bolsa, siendo esto una de las características para que sea tipificado con potencial para ser burbuja, la segunda corresponde a la incursión de inversionistas institucionales en forma significativa, situación que aún no se ha producido, por lo que esas operaciones están dominadas por inversionistas particulares.

En el plano nacional, las operaciones que realizan los inversionistas del Bitcoin en 2018 deben ser vistas por ellos con cautela, dado que las señales y características ya presentes apuntan no sólo a que se está frente a una burbuja de activo monetario virtual; sino además que se aproxima a la antesala de su estallido; por lo que quien no quiera ser parte de los tontos mayores en la teoría de los tontos y por el contrario ser parte de los más aptos, debe saber que llegó el momento de la salida y que no espere tener una posición larga en la tenencia por un Bitcoin con precios aún más elevados al que ya ha llegado.

El prontuario de factores que hacen exponer a elevados riesgos a los que realizan operaciones con Bitcoin en dominicana son significativos, como son los casos que no tienen respaldo físico, las plataformas de negociación no tienen domicilio nacional, las transacciones son anónimas, las operaciones pueden ser hackeadas, no disponen de garantía privada ni pública y no hay garantía de cumplimiento.  Estos factores se potencializan aún más por el hecho que en el país no existen responsables directos a quien reclamarles.

Recordar además que el valor de mercado del Bitcoin es el precio más alto que está dispuesto a pagar el próximo comprador y que su valor intrínseco a penas se lo ofrece la tecnología y el gasto en energía eléctrica envuelto en su actividad minera y que justo ese puede ser el tonto mayor en la cadena de los tontos cuando llegue el momento de la explosión de la burbuja que cada vez está más cerca.

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